POLÍTICA Y GENTE
Por Pedro García
Sigue fuerte el run run de un pacto (a sugerencia, y hasta por presión, de las élites empresariales) del gobierno de Peña con Anaya para sumar votos de facto para llevar al panista a Los Pinos, tal como ocurrió con Calderón el 2006, según porque Meade no logra rebasar al candidato albiceleste.
A Meade no le alcanza porque la fama del PRI (a eso se arriesgó con tal de convertirse en Presidente) lo baja de cualquier posibilidad.
Meade, dicen, tiene mucha cualidades y capacidades de las cuales carecen AMLO y Anaya, pero ni así le favorecen las tendencias.
Meade está mal dirigido en la campaña. Su coordinador, Aurelio Nuño habla lindura y media de Meade pero no logra posicionarlo.
Es probable que Meade esté siendo engañado por el propio PRI ya que están reciclando sus actos de proselitismo, nada más de ver el acto reciente donde volvió a encontrarse con la gente de la CTM.
Ese acto no tiene mayor relevancia por el hecho de que es la cara del voto duro, un voto ya asegurado para Meade, por lo tanto, fue un tiempo perdido.
Meade tiene que zafarse de la «trampa del oso», soltarse las amarras del PRI y buscar encuentros con los ciudadanos sin partido, con los cacareados «indecisos» de las encuestas.
El problema es contar con un estratega que le reorganice la campaña, ¡pero ya!
Meade ya no puede estar yendo o permitir que se le deje arrastar a actos con priistas. Esos votos ya los tiene, aunque los podría perder si el Presidente Peña da la orden a las bases tricolores para que el 1 de julio salgan a votar por Anaya.
Esa sería una crueldad contra Meade, del que se dice es un hombre decente.