POLÍTICA Y GENTE Por Pedro García

En el proceso electoral 2018 los partidos (todavía) grandes se desenvuelven en la mayor de su contradicción histórica en razón de sus convenencieras alianzas, de modo que son prácticamente irreconocibles en sus respectivas ideologías.

Como los grandes mamíferos marinos que toleran a las rémoras con tal de que les limpien el lomo, los “grandes” usan a los partidos pequeños para que les ayuden a acumular votos, y éstos (los rémoras) a su vez salven su registro.

En esa práctica, el PRD, que se iba “evaporando”, tiene un rol relativo toda vez de su mermado protagonismo, de cara al 1 de julio, donde su integración en el Frente le salvará el “pellejo” electoral.

Cualquiera que sea el resultado el 1 de julio, a los partidos “grandes” más les vale que se vayan realineando hacia la congruencia porque corren el riesgo de desmoronarse, por absurdo que esto les parezca.

Es más, de la transparencia de las elecciones dependerá la viabilidad de los (actuales) partidos como actores de la democracia.

En las ocasionales discusiones sobre la permanencia de los partidos hay quienes están en contra del surgimiento de nuevos institutos políticos según porque ya son muchos, sin reparar que la fundación de nuevas siglas obedece a que los que están vigentes dan lugar a ese fenómeno, por el fracaso de sus políticas de gobierno y por su incongruencia ideológica y de discurso.

Por lo anterior, es lógico que siglas como el PES, por ejemplo, estén consiguiendo posiciones en distintos niveles de elección, en donde también es necesario advertir el protagonismo de grupos de población que anteriormente no participaban en las contiendas electorales o no aspiraban al Poder, de este fenómeno no es descartable que más siglas hagan su aparición en el futuro, lo cual transformaría radicalmente el ambiente de la democracia mexicana.

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Un fuerte sabor amargo y de frustración arrojó la maratónica sesión (des)organizada por el PRI de Nuevo León para poner a prueba a sus militantes en el conocimiento de los estatutos y valores del partido.

Militantes priistas dicen a POLÍTICA Y GENTE que es un procedimiento normal, pero sí aceptan la réplica de que la prueba transcurrió en la desorganización y que muchos de los que concurrieron reprocharon la forma del proceso y salieron echando pestes del Partido y su dirigencia.

Militantes nos reportan que la convocatoria en masa fue absurda, desorganizada en su realización y de muy poco incentivos políticos, en suma, que ya esas prácticas en nada ayudan a la fortaleza del PRI, que radica precisamente en la satisfacción de sus bases, amén de que, atenidos a las pruebas, cuadros distinguidos como gobernadores, lo menos que han hecho es respetar los estatutos y los valores partidistas.

También nos comentan que la “sopa” de los estatutos es un caldo muy frío que sirve el PRI a sus militantes, mientras que a las élites los agasajan con lo mejor del menú de las posiciones electorales, dizque porque son los “gourmets” que van a defender al tricolor en donde verdaderamente se juega el Poder.

Es más hay “gourmets” demasiado privilegiados, con eso de que son candidatos no militantes como Meade y Mikel Arriola y que no están obligados a nada. Como cantaba Pedro Infante: “Mira nada más…

No vengo a ver si puedo…

Los diputados locales de Nuevo León que no ganaron sus respectivos comicios y que llegaron al Congreso “de rebote”, por la fórmula de Representación Popular, ¿pueden reelegirse?

¿Puede reelegirse alguien que no fue electo por el pueblo? Esa clase de diputados sí obtuvieron votos, pero no ganaron.

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